La verdad es que la vinculación
del calentamiento climático con el movimiento de las corrientes de
hielo de la Antártida Occidental se ha hecho cada vez más tenue.
Según Ellen Mosley-Thomson, del Centro de Investigación Polar Byrd
de la Universidad estatal de Ohio, las corrientes de hielo “parecen
arrancar y detenerse, sin que nadie sepa la razón”. Es más, de
acuerdo con sus propias mediciones de la velocidad de acumulación de
nieve en la vecindad del polo Sur, las nevadas han aumentado bastante
en los últimos decenios, intervalo a lo largo del cual la
temperatura global ha ascendido poco a poco; las observaciones
realizadas en otros lugares de la Antártida han producido resultados
similares.
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